Según el futurólogo Alvin Toffler, el país sigue con una visión agrícola y está lejos de llegar a la 'tercera ola'.
Uno der los más destacados futuristas del mundo, Alvin Toffler, autor del best seller 'La tercera ola', habló con SEMANA sobre Colombia y sobre sus más recientes escritos sobre la necesidad de 'reinventar' la democracia.
SEMANA: ¿Podría usted resumir en qué consiste su teoría de 'La tercera ola' y ubicar a Colombia dentro de ese contexto?
Alvin Toffler.: Hace 10.000 años a alguien se le ocurrió sembrar una semilla y se dio cuenta de que era posible controlar a la naturaleza. Ese descubrimiento habría valido por 10 premios Nobel. Allí comenzó la civilización y durante siglos el planeta fue agrario: primera ola. Hace 300 años nació la revolución industrial, y aunque muchos países no se han industrializado del todo, la revolución y sus métodos han llegado a todos ellos: segunda ola. Pero en los últimos 50 años la tecnología ha venido reduciendo la importancia de los factores de producción --el capital, la tierra y los recursos naturales-- y lo que se ha venido valorizando es el capital humano. Microsoft no necesita edificios, trenes o materias primas. Microsoft usa las ideas en la mente de las personas como su principal activo. Esa es la tercera ola y hacia allá va la humanidad.
SEMANA: ¿Cómo encaja Colombia en esa teoría?
A.T.: A mí me da la impresión de que ustedes no han alcanzado un nivel importante de nacionalismo. En cierto sentido, no han pasado de la visión agrícola a la industrial. La mayoría de los países, cuando se industrializan, desarrollan un sentido de nación muy fuerte. Ustedes en cambio se comportan como un país de primera ola. La gente se identifica más con su región, con su ciudad o con su pueblo que con el país. A medida que un Estado entra en la tercera ola se empieza a identificar con el planeta, pero ustedes están lejos de llegar allá.
SEMANA: ¿Y qué recomienda para un
país como éste?
A.T.: Aunque he estado en Colombia varias veces no soy precisamente un experto. Pero es evidente que el tema de la corrupción, común en muchos países, se vuelve casi inmanejable en una nación infestada por el narcotráfico como ésta. Por eso hay que arreglar ese problema. Y hay que acabar con la guerra civil. Aunque eso no es fácil, porque a medida que fueron arrestados o muertos los capos de los diferentes carteles los otros actores de la guerra tomaron su lugar.
SEMANA: ¿Qué le espera a un país como Colombia en un mundo globalizado como el actual?
A.T.: La economía global, que nos ha hecho mucho más interdependientes de lo que éramos. Hay quienes se oponen a la globalización mientras que otros argumentan que ésta nos enriquecerá a todos. No estoy de acuerdo con ninguna de estas posiciones porque la gente está confundiendo globalización con liberalización. Si bien creo que la globalización es inevitable, la liberalización no lo es. Esta última implica privatización, desregulación y muchos otros aspectos. Yo creo en ella, pero tampoco la considero una religión. No podemos creer que los mismos sistemas funcionan para todo el mundo. Un país compuesto principalmente por campesinos tiene pocas conexiones con el resto del mundo, mientras que un país industrializado seguramente tiene mercados afuera y requiere materias primas del mundo exterior. Colombia estaría en algún punto en la mitad. En realidad ustedes tienen lo que nosotros llamamos población de primera, segunda y tercera ola. Pero a pesar de ello ya dependen del mundo exterior.
SEMANA: Usted ha dicho que el advenimiento de 'la tercera ola' está afectando el funcionamiento de las democracias. ¿En qué sentido?
A.T.: La economía de tercera ola enfatiza la diversidad. Y aumenta la complejidad de nuestros sistemas políticos. Se vuelve muy difícil que un político moderno 'represente' a la gente de un territorio determinado, a pesar de que quiera hacerlo, porque hay demasiados intereses en conflicto. Y eso debe hacernos repensar del todo la vieja teoría de los sistemas representativos.
SEMANA: ¿Ve usted un choque entre las democracias tradicionales y la 'aldea global'?
A.T.: Tal vez. Por ejemplo, hay decisiones tomadas en Tokio por el Parlamento japonés que tienen mayor impacto sobre la vida de los trabajadores norteamericanos que las decisiones tomadas por el Congreso norteamericano. Y lo mismo sucede al revés. Esto se debe a que tenemos un comercio tan elevado y tantas relaciones económicas y estratégicas. Entonces, por qué no pensar en elegir representantes japoneses en el Congreso norteamericano y congresistas norteamericanos en el Parlamento japonés, de tal manera que creemos un efecto de red entre los legisladores. Puede que estas no sean las mejores ideas, pero puede haber unas muy diferentes formas de organizar la democracia para el futuro.
SEMANA: ¿Eso significa que el planeta llegará eventualmente a ser una gran nación?
A.T.: No creo que lleguemos a convertirnos en una gran nación, y además pienso que si eso ocurriera sería terrible. Yo soy un convencido de que necesitamos diversidad. De hecho, pienso que los europeos están cometiendo un grave error con la Unión Europea porque están reduciendo la diversidad de Europa. Están estableciendo estándares para educación, zapatos, trenes y todo lo demás para que sean idénticos en toda la región. Esto está bien si se quiere generar una economía de segunda ola, pero Europa requiere una economía de tercera ola y no se está organizando para obtenerla.
SEMANA: ¿Cuánto cree que demore el mundo en alcanzar la tercera ola?
A.T.: Bueno, falta bastante. Lo que pasa es que ahora el mundo se mueve mucho más rápido. No va a tomar lo que se demoró la revolución industrial. Estamos hablando de décadas, no de siglos.
SEMANA: Se ha hablado mucho del cambio de milenio y sus implicaciones. ¿Cómo ve usted ese proceso?
A.T.: Creo que vamos a entrar en un
período de bastante turbulencia en las próximas décadas, y creo que esa turbulencia será de carácter económico e incluso hasta militar en varias partes del mundo. No va a ser una transición suave el paso de la sociedad a la tercera ola.
SEMANA: En su opinión, ¿cuál ha sido el evento que ha tenido mayor importancia para la humanidad en este siglo?
A.T.: Creo que la Segunda Guerra Mundial. Fue una guerra contra el mal, una guerra en favor de la democracia, en contra de los nazis. Una de las pocas guerras en que se sabía quién era y qué representaba el enemigo y se sabía que éste te destruiría si no le ganabas.
SEMANA: ¿Dónde piensa celebrar el nuevo milenio?
A.T.: Voy a dormir. Creo que el calendario no es el mismo para todos y la fecha en sí no es muy importante. Eso se volvió una excusa para venderle a uno cosas.
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Revista Semana (Colombia), 25 de enero de 1999
la pregunta es:
nuestro pais aun sigue como lo describia Alvin Toffler hace 11 años?
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